La crisis de Ucrania mantiene en vilo las exportaciones de fruta de Lleida

El mercado asiático se perfila como una posible alternativa en caso que baje la demanda del Este

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, alertaba esta semana a la Unión Europea que «todos en Europa» deben trabajar para garantizar que crisis como las de «Siria, Libia, Irak y Ucrania no se vuelvan contagiosas». La Unión Europea, en cambio, intensifica la preparación de sanciones a Rusia por su papel en la crisis en Ucrania. Esta crisis, situada a más de 3.000 kilómetros de los campos de frutales leridanos, puede incidir en las exportaciones de fruta que ya se habían consolidado hacia Rusia y que este año, como consecuencia del ambiente político, los agricultores aseguran que puede peligrar. El mercado asiático empieza a vislumbrarse como una alternativa a la posible recesión de las ventas en Rusia.

El conflicto ucraniano lleva meses cronificado, no sólo en la zona sino también en la mente de los empresarios agrícolas. El presidente de la Asociación de Empresarios Agrarios de Lleida y la Asociación agraria de jóvenes agricultores (AEALL- ASAJA), Pere Roqué, explica que a Rusia se exportaba «el 20% de la fruta de hueso y con el bloqueo de Ucrania quizás haya problemas».

Según Roqué esta campaña se exportará cerca de 414.000 toneladas de fruta de hueso. Principalmente paraguayos, nectarinas y melocotones. La mayoría de las peras y las manzanas no se exportan y se quedan en el mercado nacional, con excepción de la variedad Pink Lady y «alguna tonelada de pera conference y blanquilla que se envía a Grecia».

La Cambra de Comerç de Lleida tiene confeccionado un ranking de los principales destinos donde se envía la fruta leridana. El año pasado la exportación a Alemania fue de 91.441.847 kilos, convirtiéndose en el principal destino de la fruta de hueso. En segundo lugar fue Francia, con 70.800.031 kilos, y en tercera posición ya estaba Rusia, con 52.573.837 kilos, seguido de Italia (37.738.050 kilos) y Polonia (35.011.671 kilos).

Se da la circunstancia que han ido incrementando las exportaciones en todos los países durante los últimos cinco años salvo Rusia, que desde 2011, año en que compró 60.591.644 kilos, ha ido reduciendo la petición de fruta leridana. Esta tendencia, unida a la crisis de Ucrania y a la búsqueda permanente de nuevos mercados, podría relegar a los rusos a posiciones muy inferiores en el ranking de compradores. Roqué es consciente de ello y «confía que se abrirá la venta en zonas asiáticas». Para el presidente de la Asociación de Empresarios Agrarios de Lleida, este destino no es el más conveniente, ya que «se debe trasladar la fruta hasta Italia y, desde allá, hasta el mercado asiático, lo que obliga a mantener durante más tiempo la fruta dentro de las cámaras frigoríficas».

La semana pasada una delegación de la asociación china de mercados mayoristas CAWA (The China National Agriculture Whole sale Market Association), visitóa Catalunya para, entre otros objetivos, mantener encuentros de negocio con empresas catalanas para ampliar los mercados de compra de fruta, entre otros productos. Los empresarios chinos se han reunido con instituciones, entidades y agrupaciones de empresarios del sector agroalimentario. Unas reuniones con las que se pretende, tal y como afirmaba Roqué, abrir camino al mercado asiático y quizás así contrarrestar una posible crisis de la exportación a Rusia.

Por su parte, Jordi Quejido, responsable del departamento de internalización de la Cambra de Comerç de Lleida, asegura que la relación con Rusia tiene otro tipo de problemas que poco o nada tienen que ver con conflictos de política internacional. «Rusia es un mercado donde se repiten cada cierto tiempo una serie de problemas. Por un lado, la reclamación de calidad. Es decir, durante la campaña se va enviando fruta y cuando llega el momento de cobrar, los rusos aseguran que un porcentaje ha llegado en mal estado y entonces hay que llegar a acuerdos por que no quieren pagar ese porcentaje». «Otro gran problema es cuando alguna de las importadoras cesa la actividad y arrastra todos los pedidos realizados», añade Quejido.

En este sentido, Josep Lluís Trilla, director comercial del Grupo Actel, una de las principales cooperativas agrarias de segundo grado de Lleida, se muestra escéptico ante la posibilidad de la apertura hacia el mercado asiático: «El mercado asiático es, por ahora, algo utópico, no sólo por las barreras fitosanitarias que no permiten la exportación de fruta –sí de cítricos– sino también por la distancia que podría llegar a ser de hasta 30 días de recorrido, cosa que no aguantaría la fruta de hueso». «Tenemos que aprovechar que en estos momentos, de los tres grandes operadores de fruta –Catalunya, Italia y Grecia– Italia está en la cabeza en cuanto a producción pero nosotros somos los primeros en exportación porque hemos hecho los deberes en producción integrada y renovación varietal», apunta Trilla.

La exportación de fruta catalana tiene algunos mercados que están consolidados desde hace décadas. Pero como al final la venta se efectúa a grandes superficies, las ferias internacionales suelen ser un buen escaparate en el que hallar compradores. Cooperativas como Actel están trabajando básicamente en Europa y se abren camino en países latinos como Brasil y en algunas regiones árabes.

De la finca al mercado internacional
Los agricultores leridanos recogen la fruta en verano, entre los meses de junio y septiembre. La producción la entregan a las cooperativas de los pueblos, conocidas como cooperativas de primer grado. Éstas, a su vez, están integradas en las grandes cooperativas, las llamadas de segundo grado, encargadas de guardar, procesar y distribuir la fruta en el mercado nacional o internacional. Ramon Sarroca, recientemente estrenado como Presidente de la Federación de Cooperativas Agrarias de Catalunya, explica que «Catalunya y Aragón hoy por hoy están al frente de la exportación de fruta de hueso, con un 85 y 90% de exportación internacional».

«Se realiza una producción integrada con unos criterios de calidad organolépticos del producto excepcionales y cumpliendo muy por encima las garantías y los protocolos de sanidad alimentaria», asegura Sarroca, que explica que toda aquella producción que no cumple las condiciones necesarias se deriva a Indulleida, la industria transformadora, para elaborar productos elaborados como el almíbar, por ejemplo.

La calidad de la fruta
Cada cierto tiempo hay quejas entre agricultores asegurando que la normativa aplicable a la fruta leridana no es la misma que la que se exige a la fruta que podemos comprar en algunos supermercados y que, en ocasiones, procede de lugares como Marruecos u otras partes de África. Pere Roqué asegura que muchas de estas afirmaciones tienen «mucho de mito y algo de verdad, ya que por ejemplo algunas manzanas procedentes de China no tienen los mismos calibres que las de aquí». El empresario agrícola explica que «Europa marca unos estándares mínimos que se deben cumplir para vender en la Unión Europea, pero para evitar problemas, las frutas que podrían plantear dudas, aquí directamente se destruyen o se destinan a otros usos».

Otro de los problemas a los que se enfrentan los agricultores son los precios a los que venden sus cosechas. Los que no pueden realizar la inversión de renovar sus plantaciones en función de las demandas del mercado caen en la frustración de ver su producto menospreciado. Un claro ejemplo es el de la producción de paraguayo, que tal como explica Josep Lluís Trilla de Actel, es «una variedad de toda la vida pero que ahora está de moda y se vende mejor que otras variedades de melocotón». Aún así, estar en una cooperativa u otra puede influir en las ganancias de los agricultores, que en una misma semana de campaña pueden obtener desde 25 hasta 55 céntimos de euro por kilo de paraguayo «dependiendo de a quién vendan su producción».

Cecília López

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